Ante una situación externa de tensión, el cerebro envía mensajes al cuerpo para que se disponga a adaptarse al medio con todos sus recursos para sobrevivir. El estado de alerta se activa, los sentidos se agudizan, se incrementa del ritmo cardíaco junto con la presión sanguínea, aumenta la glucosa en sangre y la digestión se detiene. El cuerpo se tensa y se somete a cambios que después se equilibran una vez la situación de estrés ha desaparecido.
Llegar a fin de mes, la hipoteca, la presión en el trabajo, que vaya bien con la pareja, o la tensión familiar al llegar a casa. Al vivir bajo una presión continuada, el sistema simpático mantiene una actividad elevada en el cerebro y hay más probabilidades de sufrir hipertensión, disminución del impulso sexual, afección de las conductas reproductoras, aumenta del riesgo de sufrir trastornos gastrointestinales, de sueño y de estado de ánimo, así como de ansiedad o depresión. El sistema inmunitario deja de funcionar correctamente y ciertas regiones del cerebro del sistema límbico encargadas de procesar la información se ven alteradas, como la amígdala, –que asocia experiencias con recuerdos emocionales–, o el hipotálamo, –la glándula que libera hormonas reguladoras, como el apetito, el sueño, la conducta sexual o la ansiedad–.
Por la noche y durante la fase MOR del sueño, –movimientos oculares aleatorios y rápidos que provocan una alta actividad química y eléctrica de la información de las neuronas– el sistema límbico procesa toda la información de los estímulos recibidos durante el día. Si el cuerpo se ve expuesto a un shock fuerte, un trauma, o tensión durante un tiempo prolongado, el estrés detiene el proceso de asimilación y gestión de los estímulos durante el sueño, viéndose la información atascada y detenida en nuestra neurología. El cerebro no puede archivar toda esa información, de este modo se crea el mismo tipo de respuesta de estrés ante las mismas situaciones externas.
El método In Vivo se fundamenta en la incorporación de diversas técnicas como el reprocesamiento neuronal a través del movimiento ocular o EMDR, la P.N.L, técnicas de inducción como la hipnosis, la neuroeducación y el estudio de la enfermedad y la correspondencia física y somática del estrés. Ante un problema podemos analizar y comprender perfectamente la situación y seguir teniendo las mismas respuestas emocionales sin saber cómo cambiarlas. La terapia In Vivo consiste en la vivencia del conflicto que causa estrés, recreando la fase MOR a través de los movimientos oculares, –guiados a través del terapeuta– ayudando a procesar las emociones negativas asociadas, permitiendo el alivio y desahogo. De esa forma, la próxima vez que la persona se exponga ante la situación que anteriormente le provocaba estrés, encontrará que los recursos para afrontarla se encontrarán por fin disponibles, pudiendo solucionar su situación con mayor libertad y tranquilidad.